Productos derivados y estructurados: ¿cuál es la diferencia?

¿Qué es un producto derivado?

Un producto derivado es un activo financiero cuyo rendimiento está directamente vinculado al rendimiento de un segundo activo denominado subyacente. El activo subyacente del que el producto derivado «deriva» su valor puede ser, por ejemplo, una acción, una materia prima, una divisa o índice.

Desde un punto de vista técnico, el valor de un derivado es, por tanto, el resultado de una relación matemática cuya variable es el rendimiento del activo subyacente.

Los derivados pueden operarse en mercados organizados (el mercado de valores) o directamente entre los actores económicos en los mercados extrabursátiles. Cuando se operan en mercados organizados, estos productos están estandarizados, por lo que se aplican las mismas reglas de funcionamiento a todos los actores económicos. Los futuros y las opciones se encuentran entre los derivados más conocidos de los mercados organizados.

Estos derivados simples se conocen como «productos vanilla», en oposición a los derivados más complejos, que se conocen como «productos exóticos» y que suelen estar hechos a medida y reservados para los profesionales con experiencia. Las permutas de incumplimiento crediticio (Credits Default Swaps o CDS, en inglés) que se utilizaron durante la crisis de las hipotecas de alto riesgo (subprime), por ejemplo, pertenecen a esta categoría de productos exóticos complejos.

¿Qué es un producto estructurado?

A diferencia de los derivados, los productos estructurados no dependen de un único activo financiero, sino de varios, ya que son un conjunto de productos financieros agrupados en un único producto.

La combinación de distintos productos financieros en un producto estructurado ofrece al inversor un producto a medida que le permite sacar provecho de un escenario de mercado específico, con costes menores y con una exposición al riesgo optimizada. Estos productos estructurados suelen componerse de dos elementos: el primero para proteger el capital invertido y el segundo, más arriesgado, para optimizar el rendimiento del producto.